Fratelli la Bufala es una franquicia napolitana, ubicada en el centro de la colonia Polanco de la Cuidad de México. Con un ambiente familiar y relajado, los comensales pueden observar cómo se crean las tradicionales pizzas napolitanas en un horno de piedra, importado desde Italia y fabricado con piedra volcánica del Vesubio.
Giuseppe, Antonio y Gennaro La Bufala, mejor conocidos como los “hermanos La Bufala”, son originarios de Eboli, Salerno. Con la muerte de su padre, los tres hermanos vendieron la fábrica de mozzarella de la familia para cada uno seguir su sueño y años más tarde reencontrase para crear la marca Fratelli la Bufala. Hoy es uno de los mejores restaurantes italianos a nivel mundial, con sucursales en importantes ciudades como Londres, Roma, Barcelona, Madrid, Nueva York, Miami, Estambul y por supuesto la Cuidad de México.
El concepto del espacio nace de la magia de la cocina y de percibir los sabores mediterráneos que se transportan desde Italia a México. Los aromas son los protagonistas de la historia y no falto más que ver como se prepara una pizza para definirlo todo. La inspiración es la historia de los tres hermanos Fratelli, con un toque industrial que nos habla de los años cuando Pippo vivió en Nueva York, trabajando como pizzero de un restaurante a otro. Los muros con apariencia rustica nos hablan de Toto y sus años en el mediterráneo, bailando flamenco y trabajando como mesero. Mientras que la sofisticación la da Gennaro con sus años en Paris, que, aunque trabajó como vigilante nocturno en un garaje fue su amor por Francia lo que lo mantuvo ahí tantos años.
Se busco llevar al usuario directamente a la cocina, considerándola el corazón del proyecto. Ofrecer un espacio cómodo y relajado. Un homenaje a las familias y ese momento intimo cuando alguien se pone a cocinar; las anécdotas y el acontecer de cada platillo.
Con 20 m2 interiores y 20m2 de terraza, una planta caracterizada por grandes elementos estructurales que interrumpen el espacio, y ninguna relación del interior con el exterior, intervenir el local se presentó como un gran reto. Para contrarrestar estas condiciones del espacio, se abrieron puertas y ventanas de cristal con herrería, dejando todo el interior al descubierto. Con esto se logró iluminar el interior de manera natural y asemejar la permeabilidad de los pequeños restaurantes callejeros de Italia. Además, el diseño fue basado en la esencia de los materiales; la apariencia refleja la naturaleza y carácter de estos. Con un estilo limpio y brutalista, se presentan el estuco, los ladrillos, la piedra y la madera, rodeados de una capa vegetal que le brinda privacidad a la terraza exterior y desprende al comensal del entorno urbano inmediato.
Con la incorporación del piso y plafones de madera recuperada, se busca reflejar ese uso constante, como esa olla o ese sartén que no se puede reemplazar jamás. Las barras y mesas de mármol, con cantos labrados nos brindan esa honestidad y nos hablan de cuando un material es lo que es, y no pretende ser nada más. El cobre, uno de los mejores conductores de calor que existen, nos aporta no sólo su tonalidad única, sino que ayuda a generar ese ambiente de calidez y armonía que caracteriza a este proyecto.
Fotos: Jaime Navarro